Quédate quieta, no des marcha atrás.
Vienen dos tipos con tiza blanca,
para pintar el cadáver que dejé
en la pared.
Y tú decías que lo podías controlar,
y yo creía que era de verdad.
Pequeña terrorista tres palabras bastarán,
y el cable rojo sirve para detonar
la bomba que dejé
en el cristal.
Y tú decías que lo podías controlar,
y yo creía que era de verdad.
Y ví la ciudad y las calles arder bajo tus pies,
y fué difícil comprender que era yo el
cadáver de la pared.
Y yo decía que lo podías controlar
y tú entendías que no era de verdad...
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